La gema del tiempo

Autor: Enzo Rojas

Había un guardián de la gema, llamado Alexander Cold, que era un joven muy curioso. Una vez estaba practicando pelea con un compañero, como acostumbraba hacer hasta la noche. Esta vez no era la excepción, así que se quedó hasta tarde practicando. Cuando estaban por finalizar la práctica, escucharon a su maestro haciendo un conjuro extraño, uno que nunca les había enseñado, así que fueron a investigar.

Al verlo se quedaron paralizados, estaba haciendo un hechizo del libro prohibido, pero como sabían que es peligroso interrumpir a alguien cuando hace un hechizo, fueron a avisar a los expertos. Los expertos no les creyeron porque el maestro era un ser muy sabio como para hacer eso, así que Alexander y su compañero fueron junto al maestro mientras este hacía el hechizo.

Sin darse cuenta, el compañero de Alexander había desaparecido y cuando lo encontró vio que estaba acercándose al maestro. Antes de que Alexander pudiera detenerlo, su compañero atacó al maestro y aceleró el hechizo, lo cual hizo que se acelerara el tiempo.

Alexander pudo ver el cuerpo de su compañero y de su maestro muertos tirados en el suelo y al mal dominando el mundo, por todas partes se veían cuerpos de personas muertas, a las que el mal robó su alma. Los pocos sobrevivientes estaban siendo torturados por todo tipo de monstruos, como cíclopes, hombres lobos, vampiros, y muchos otros, así que ya supo que debía hacer: fue escabulléndose de cada clase de monstruo. Una vez, un asesino sin cabeza casi lo encuentra, pero logró escabullirse de todos los monstruos, hasta llegar a donde quería, el templo del tiempo.

Este templo estaba en ruinas, pero había una parte que parecía invisible para los monstruos, ya que  que ni lo tocaron, así que entró. En medio de la sala se encontraba una pequeña joya verde dentro de un ojo color dorado, era un collar. Se lo puso, dijo un hechizo y pudo retroceder el tiempo, hasta antes de que su maestro entrara en el vicio de los hechizos malignos. Logró vencer al mal las veces necesarias, hasta que al fin se libró de su posible vicio, y regresó al presente.

Al ver como estaba, se dio cuenta de que hizo bien su trabajo: el mundo estaba maravilloso, su maestro estaba libre de malignidad y su compañero vivo. Luego de ese momento, no tuvo más que preocuparse por el mal, por lo menos por un tiempo...